Any given Sunday

Timbre, y me pregunto a quien se le ocurre tocar timbre un domingo antes del mediodia? Pero insisten entonces junto fuerzas para ver quien es. Y de repente por el portero electrico una risa y esa voz. No. Es imposible. No puede ser. Bajo volando para comprobarlo y si. No era imposible. Si podia ser. Ahi estaba el esta maniana, un domingo cualquiera, del otro lado del vidrio, hermosisimamente hermoso y con una valija. No enorme, porque el valijas enormes jamas, pero tampoco tan chiquita como para que se trate solo de una locura de un par de dias. Una valija para 7 o quizas 10, y la vida no puede ser mas perfecta que en ese instante en el que el reloj esta en el minuto cero de los dias de felicidad que sabes que se aproximan.

Y yo que pasado el shock con principio de asfixia y taquicardia casi letal corro por el pasillo en sonrisa y camison y se me sale el amor por los poros, lo abrazo con todas mis fuerzas mientras atolondradamente trato de hablarle y besarlo, todo al mismo tiempo. Y lo miro, y me rio, y me mira, y se rie, y me besa, y lo beso y nos besamos. Un momento de esos en los cuales ni Tokio en hora pico, ni, sin ir mas lejos, Nueva York podian percibirse. Asi, no hay estimulo en la tierra que pueda competir contra esos besos.

Y de repente dale mi amor, subamos, vamos ya mismo a dejar esa valija, que muero por mostrate mi casa, por caminar estas calles con vos, porque nos llenemos de preguntas y de historias y de mimos.

Dejamos las cosas y nos preparamos para salir. Mediodia, mas besos, sol, y frio del bueno.
Y caminar con esa paz y esa alegria que solo el me da, y no poder creer que lo tengo a mi lado de nuevo, tratando de entender cuando es que fui tan buena en esta vida para mercer semejante recompensa.

Lamento informarles a mis queridos lectores que, al mejor estilo de mis cuentos de los ocho o nueve anios, esta es la parte donde la historia toma un giro inesperado y dejo de soniar para encontrarme en mi propio cuarto. Solo que en este caso no se trata de ningun cuento. Al final, tenia razon mi mama cuando trataba de calmarme diciendo que lo bueno de las pesadillas era el despertar. Supongo entonces que con este tipo de suenios pasara al reves. Me desperte en una cama vacia, extraniandolo como loca y cerrando los ojos con el deseo de, por lo menos, conciliar el suenio por un ratito mas.