Abrime la ventana, queres

Algo asi como que todavia no me di cuenta si me fui para siempre o no.

No es que haga falta decidirlo ahora o alguna vez, es solo un pensamiento.

Los amigos, la comida, el castellano, las plazas, los helados, la depilacion, el clima, entre otras cosas, si. Entonces es tan obvio. No. No otra vez, resaltado, subrayado y en negrita.

Pero de repente la familia, y no te puedo mentir. A veces. Pero no son ellos. Soy yo con respecto a ellos. Aunque algunas veces, quizas si sean ellos. Fuimos todos, fuimos todos.

Y querer hacer todo pero vivir sin agenda, solo con un cuadernito que me acuerdo de sacar cuando quiero dibujar o escribir pero nunca jamas se me ocurre que poner dentista: 11hs es absolutamente imprescindible para una memoria tan poco confiable como la mia. Y la piel que se me pone como el orto y las putas somatizaciones que habia olvidado y los compromisos, y lo que esperan de vos y lo que haces vos y todo lo que cae en el medio de esos dos polos, y como que me va rompiendo un poquito las pelotas. El telefono que suena y lo quiero reventar contra la pared. La ansiedad, el nudo en la garganta, las tensiones en la mesa, los bondis que no llegan o llegan llenos, los domingos porteños que me revuelven el estomago. Y lo mas cruel de todo, la ciudad tan propia, tan querida y tan sin penas ni olvidos, aunque algunos dias con algunas penas y algun que otro olvido, la ciudad que es espejo permanente e ineludible, asi, en la cara, mirate nena, mirate y sabe que te miro tambien. Ciudad que a veces es cachetada, y algunas otras es tan caricia, tan abrazo, o tan nada.

Buenos Aires, casi siempre.

Pero por momentos, tambien, siento como que el aire no corre y me falta, ahogandome.