El avion de ida se me hacia interminable. A mi derecha, un hombre habia desparramado comodamente su cuerpo sobre parte de mi asiento y sus ronquidos alimentaban mi insomnio.
Habia pasado menos de un mes desde nuestra despedida.
Tan poco, y a la vez tanto.
Como seria ese primer encuentro? Me imaginaba que seguramente el me iba a ver primero y se iba a divertir mirandome buscarlo entre la gente. Maldita miopia.
Escala en Amsterdam y por fin, ladies and gentelmen fasten your seat belts, lock your tray tables and put your seats back to the upright position, estamos a punto de aterrizar en Madrid Barajas.
Cosquillas, casi electricidad, de pies a cabeza.
Una vez con mi mochila en la espalda, camine siguiendo el cartel de exit. Gente gente y mas gente y entre todas las caras una cara, la cara, su cara. Ahi, hermoso, con los headphones puestos apoyado contra una columna. No me pidan que explique el segundo en el cual nuestros ojos se encontraron. Del abrazo puedo hablar un poco mas: hola, sos vos, y yo sigo siendo yo. Que alivio. Que placer.
Subte y verborragia y risas y miradas, proxima estacion esperanza, igualito igualito al disco de Manu. Asi llegamos al centro de Madrid. Un cuarto, una cama grande y como te voy a llenar de mimos. Eso, no me lo podia sacar de la cabeza, queria abrazarlo, sentirlo, besarlo mucho. Y coger y coger y coger. Y hablar horas, y dormir abrazados, y pensar un poco y tambien no pensar en nada. Ay si existiera un puto control remoto que me permitiera poner pausa, basta para mi y basta para todos, tiempo detenete, frenate ahora que soy feliz y no necesito nada mas que una cama, unos discos, una botella de agua y a este hombre. Pero, claro, el tiempo no para.
Nuestro primer dia incluyo una ducha y una siesta para reponer energias, de esas siestas de abrazo enroscado en el que queres que cada centimetro de tu cuerpo este en contacto con el cuerpo del otro.
Sexo de reencuentro, absolutamente increible.
Besos de esos.
Mimos y abrazos dulces que cada tanto se vuelven mas fuertes y llegan a un segundo de apreton total, y que impotencia sentir que no me alcanzaban ni las palabras ni el cuerpo para demostrar que estaba convencida de que esa era una de las locuras mas inteligentes cometidas en el ultimo cuarto de siglo y que ese instante era de felicidad plena.
But I knew he knew. He hugged me back in the exact same way.