Hoy no gaste ni 25 centavos de dolar. Esas son las cosas que me hacen sentir feliz al final del dia en esta ciudad. Otras cosas tambien, como esperar el subte quieta en algun punto del anden y que las puertas se abran justo frente a mi. Pequeñas satisfacciones de la vida cotidiana en Manhattan.
Hubo un tiempo que fui a un taller literario. Viajaba casi dos horas para llegar a ese living de la calle Peru. En Buenos Aires, claro. Aca no hay ninguna calle llamada Peru. Me encantaba ir hasta San Telmo, todavia era (mas) joven y dos horas en transporte publico no me parecia demasiado. Jamas pude leer o escribir en el viaje. Al principio porque me mareaba. Mas adelante porque la realidad alrededor se torno demasiado interesante como para ignorarla. Me preguntaba si todos jugarian a adivinar que pasaba en la vida de los demas pasajeros. A donde van. De donde vienen. Que pensaran. Coincidira en algo su historia con la que estamos inventando en nuestra mente?
Este juego se torno un poco extraño en mi etapa de paranoia. Deje de disfrutarlo cuando comence a sospechar que, muy probablemente, miles de personas jugaban a lo mismo que yo. No podia dejar de preguntarme que tipo de vida me asignarian a mi en sus mentes. De donde creerian que venia. Y hacia donde imaginaban que iria. Me daba intriga y a la vez terror. Nunca le pregunte a nadie. Una vez me tente mucho porque un hombre me miraba y yo sabia, pero sabia que estaba jugando conmigo en su mente. Que me vestia y me desvestia, no en un sentido sexual, o quizas si, vaya uno a saber que hace cada uno con toda la libertad que hay en la mente. Pero en mi cabeza creia que en su cabeza el me vestia y me desvestia de profesiones, de desengaños, de deseos, de problemas para llegar a fin de mes, de dudas acerca de la existencia de Dios o de dios (a veces creo que escribir Dios es una confirmacion de que uno no se anima a ser absolutamente ateo). En fin, casi le pregunto pero solo me salieron palabras cobardes. Disculpe, tiene hora?
Ese tipo de pensamientos se extendio a varios ambitos. Cuando llegue a Nueva York lo unico que tenia que hacer era encontrar una forma de poder quedarme mas tiempo en la ciudad. Habia conseguido una visa de turista, visa que no tardo en convertirse en mi reloj de arena. Pronto se iba a acabar y yo tenia que conseguir la forma de prolongar mi estadia en este rincon del mundo. Mucha gente viene hasta aca por algo. Yo solo vine porque queria estar aca. Medio y fin que se fusionan y se confunden.
En esos dias iba mucho al parque. No a El Parque, sino a uno mas chiquito que esta cerca de mi casa. Me sentaba y miraba a la gente con sus I-pods. Yo no tenia I-pod, claro. Me limitaba a repasar en mi cabeza todo el disco blanco, principalmente, mechando con algo de Lou Reed y Bob Dylan. Y un par de tangos, tambien. Que siempre me gustaron, pero es que uno a la distancia se pone mas… como decirlo? Pelotudo. Escribia mucho en un cuaderno. Jugaba a tratar de imaginar que musica escuchaba cada una de esas personas en sus I-pods. Nunca les preguntaba. Estoy segura de que este fue una inmenso acto de inmensa idiotez: en primer lugar porque seguramente me perdi de conocer musica nueva de todas partes del mundo. Y en segundo lugar, aunque creo que esto es en realidad lo mas importante, porque soy muy buena adivinando y estoy convencida de que muchas veces hubiera acertado. Perderse la oportunidad de ganar, quien me puede negar que esto es una locura absoluta. Pero por sobretodos las cosas, jugar. Ya lo dije, estas son las pequeñas satisfacciones de la vida. De mi vida. Invento juegos todo el tiempo. Y me encanta ganar, pero en este punto creo que no soy del todo original.
Claro, asi es como tambien tuve millones de ideas geniales que tampoco dije. Siempre me dio miedo compartir las buenas ideas. Como una especie de posesividad. Pero por otro lado, siempre me falto un
no se que para ponerlas en marcha. Capacidad de creacion: elevada. Capacidad de ejecucion: nula. Y un egoismo galopante que no me permitia contar ninguna de estas brillantes ideas, porque seguro, pero seguro, que aparece alguien menos creativo pero mas practico que yo a llenarse los bolsillos mientras yo me lamento de ser tan idiota.
Ahora, las ideas en el plano de las ideas me perturban. Me enloquecen. Siempre tuve sentimientos ambiguos hacia las personas con capacidad de accion: enorme admiracion y profunda envidia. Como explicarte que hasta cuando leo un libro genial que de pronto tiene una frase que yo pense textual -sin nunca antes haber escuchado- se me mezclan la satisfacción que me produce leerla con la bronca que me genera el hecho de que este buen hombre la haya publicado por haber nacido varias decadas antes que yo. Y por haberla publicado y punto, y por haberla escrito, y por ser este hombre y no
esta mujer, y por ser este hombre a secas y por mil razones mas, pero esa es otra historia que en mi ataque de locura no puedo considerar. En mi mente todo es potencialmente publicable, construible, dibujable, filmable, factible. Pero claro, en mi mente de explosiones creativas reina ese caos que sucede a las explosiones, y de golpe algo sobrevive y sale a la superficie. Pero solo de golpe. Y solo algo.
Igual, lo que mas me enfurece es cuando algun contemporaneo hace algo que yo
justo venia pensando. Te juro que es terrible, porque ahí si que solo puedo disfrutar a medias. La otra mitad se sienta bajo una gotera que tip… tiiiiiip……tip..tip……….tip….. asi, a ritmo irregular. Una tortura, mira.
Estos sentimientos me acompañaron toda la vida. Al punto de ponerme celosa de los antiguos griegos, mira si sere pelotuda.
Porque al final, las cosas geniales del mundo me hacen feliz, las busco, me nutren, las disfruto. Pero siempre me provocan esta doble sensación:
mira que fantastico lo que hizo este otro, y a la vez, mira que fantastico
lo que hizo este otro, que es lo mismo pero no es igual.
Yo tambien quiero hacer cosas fantasticas.
Por alguna razon, miro para atrás y encuentro varios motivos por los cuales enorgullecerme. Muchas cosas que hice y que me gustan, cosas que hice con mi propia vida, cosas que hice profesionalmente, y otras que hice muy antiprofesionalmente tambien.
Retrospectivamente puedo ver que quizas no haya sido -ni sea hoy- tan boluda.
Mi presente es verdaderamente maravilloso.
Mi futuro, completamente incierto. Y no puedo mas que desear que algun dia alguien diga de algo que yo cree: “mira lo que hizo esta mina”, y, que con mas lucidez y menos vueltas que yo no solo piense a partir de eso, sino que tambien haga cosas maravillosas.
Porque al final, decia, las cosas geniales del mundo me hacen feliz. Las busco, me nutren, las disfruto. Y en este punto, otra vez, creo que no estoy siendo del todo original. Ojala. Es una de las pocas cosas con las cuales no tengo el mas minimo interes en ser original.
